La práctica regular de ejercicio es uno de los métodos más efectivos hoy en día para mantener una buena salud, pero no está exenta de efectos colaterales que derivan de ella, las lesiones deportivas.
Uno de los deportes que más auge ha tenido en los últimos años en España es el pádel (se estima que más de 4 millones de personas juegan a este deporte) , debido a su carácter lúdico y social (4 jugadores), su facilidad en el aprendizaje y el fácil acceso por parte de los usuarios (el alquiler de las pistas no es caro y tan sólo se requiere una pala de pádel para empezar), pero por el contrario, cuenta con un alto número de lesionados entre sus jugadores.
Además, como en toda práctica deportiva, si el usuario practica un deporte a nivel amateur, corre un mayor riesgo de sufrir una lesión ya que por lo general no se realiza un entrenamiento o preparación física específica para ese deporte (muchas veces, se “echa un partido de fin de semana”)
En toda práctica deportiva, podemos hablar de dos tipos de lesiones: lesiones agudas, que ocurren de manera repentina y con una causa o comienzo claramente definidos (una rotura, un esguince, una luxación…) o lesiones por sobreuso, que se desarrollan de forma gradual siendo el resultado de una sobrecarga de los tejidos. Es difícil diferenciar ambas, ya que muchas veces la lesión aguda es el resultado de una lesión crónica que no hemos sabido parar a tiempo. También, podemos clasificar los factores que producen o agravan una lesión, en factores intrínsecos (inherentes al jugador: estado de hidratación, preparación física, cansancio, características ortopédicas, estado de ánimo, concentración…) y extrínsecos (dependen del medio: vestimenta y calzado, equipo y accesorios, terreno de juego, condiciones meteorológicas…)
¿Y en el pádel? Elementos como el estado de la pista, el agarre de la pala o el número de sesiones a la semana condicionaran las lesiones que pueden sufrirse.
La mayoría de las lesiones en este deporte se dan en el miembro superior (representan un 40% de las lesiones, siendo principalmente lesiones de codo y hombro, en un 20% y 12% respectivamente) e inferior (también 40% de las lesiones, siendo roturas de gemelo, y lesiones ligamentosas de la rodilla y del tobillo, representando un 13%, 12% y 6%) seguidas de las lesiones del tronco (20%, principalmente en la zona lumbar (14%)
La epicondilitis es la lesión que más incidencia tiene en el colectivo de jugadores de pádel. La causa principal de esta lesión es la acumulación de microtraumatismos causados por la fricción de los tendones de la masa muscular extensora con el epicóndilo y los impactos y tirones que se producen cuando se efectúan movimientos de extensión del codo con desviación cubital del antebrazo.
Desde el punto de vista biomecánico, el codo actúa como un eslabón en la cadena cinética del miembro superior, en la transferencia con la pala. También puede afectar el grosor de la empuñadura y la mala técnica del jugador (golpear con el codo flexionado, incorrecto agarre, etc)
Generalmente se produce una tendinitis en el manguito de los rotadores. En esta lesión se produce una inflamación de los tendones con los que se insertan los músculos encargados de separar y elevar el brazo del cuerpo, así como de las rotaciones internas y externas del mismo. Los mecanismos más importantes que producen esta lesión son esfuerzos de larga duración y movimientos repetidos del hombro con el brazo a la altura o por encima del hombro (remates y voleas altas). En personas con inestabilidad glenohumeral (subluxación) también existe riesgo de luxación al hacer el gesto de cargar antes de golpear (abducción horizontal del brazo).
Para ampliar información sobre la anatomía del hombro, podéis leer nuestro anterior post El hombro (l) anatomía y lesiones frecuentes.
Como hemos visto, es la segunda lesión más frecuente después de la epicondilitis. En esta lesión se produce un estiramiento o rotura, total o parcial, del gemelo interno a nivel de su unión musculo tendinosa, generada por una contracción brusca del gemelo. Se produce al realizar arrancadas y paradas rápidas.
Las lesiones ligamentosas o esguinces de rodilla se deben diagnosticar de la manera más eficaz y temprana posible estas lesiones, ya que se corre el riesgo de provocar inestabilidad crónica en el jugador, originando posiblemente una artrosis secundaria a largo plazo. Existen varios mecanismos que producen esta lesión:
– Impacto sobre la cara externa de la rodilla o el lado interno de pie: La articulación de la rodilla va hacia dentro, dañando el menisco interno y el ligamento lateral interno, y si el impacto es muy violento, también puede dañar el ligamento cruzado anterior (tríada).
– Impacto sobre la cara interna de la rodilla o el lado externo del pie: puede llegar a lesionar del ligamento lateral externo, y raramente, romper el menisco externo. Si el traumatismo es muy violento, podría lesionar el ligamento cruzado posterior.
– Traumatismo sobre la rodilla en flexión o extensión exagerada: podría producir una hiperflexión/hiperextesión, lesionando ligamentos cruzado anterior o posterior, aunque no es frecuente.
– Lesiones por torsión/giros: con el pie fijo en el suelo y movimiento de rotación del cuerpo sobre la rodilla, hacia dentro o hacia fuera, provocando lesiones de menisco o ligamentosas.
La lesión ligamentosa de tobillo es frecuente en el deportista afectando principalmente al ligamento lateral externo y, en menor medida, al ligamento lateral interno. Según el alcance de la lesión podemos dividir los esguinces en tres grados:
– Esguince de grado I: Se produce una distensión ligamentosa que no llega a provocar inestabilidad en la articulación pero existe una rotura parcial del fascículo peroneo-astragalino anterior, del fascículo peroneo-calcaneo o de ambos fascículos.
– Esguince de grado II: Se produce una rotura del fascículo peroneo-astragalino anterior y a nivel de la cápsula anterior. El dolor y el edema es moderado produciendo un hematoma tardío.
– Esguince de grado III: Hay una rotura completa del fascículo peroneo-astragalino anterior y también en el fascículo peroneo calcaneo, pudiendo llegar a romper el ligamento lateral externo e ir ligado a otra lesión de origen óseo.
Uno de los movimientos que pueden poner en tensión particularmente la columna vertebral en el jugador de pádel es la combinación de movimientos de extensión, flexión lateral y rotación que se realizan en la fase de preparación del remate o carga durante el remate de pádel.
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