La cervicalgia o dolor cervical es una de las patologías con mayor incidencia, afectando a dos tercios de la población en algún momento de la vida y siendo una de las causas de consulta médica. Aparte de las técnicas de fisioterapia, como osteópatas podemos encontrar los tratamientos adecuados para disminuir el dolor, la limitación articular y en definitiva la incapacidad que produce.
La columna cervical está constituida por 7 vértebras: atlas y axis o raquis cervical superior o suboccipital, y cuarta, quinta, sexta y séptima vértebra o raquis cervical inferior. Presenta una curvatura en forma de lordosis, de concavidad posterior. Superior al segmento cervical, encontramos el hueso occipital, formando parte del cráneo.
El raquis cervical presenta una flexión de 40º y una extensión de 75º, una inclinación lateral de 35º a 45º y una rotación de 45º a 50º.
• La unión atlantoocipital (C0-C1) se integra mediante las carillas articulares superiores del atlas y los cóndilos occipitales. Las dos articulaciones son divergentes en la oscilación de adelante-atrás. Existe un grado de rotación e inclinación lateral acopladas en sentidos opuestos.
• La unión atlantoaxoidea (C1-C2) en realidad está formada por cuatro articulaciones. Las carillas articulares del atlas se articulan con las carillas articulares del axis. Las otras dos articulaciones involucran la apófisis odontoides. El trabajo de estas cuatro articulaciones da un pequeño grado de flexión, extensión e inclinación lateral, siendo la rotación su máximo exponente.
• Articulaciones cervicales típicas (C3-C7) Se articulan por medio del disco intervertebral. Los movimientos factibles son la flexión, la extensión y la inclinación lateral acopladas hacia el mismo lado.
Cuando la columna cervical no funciona correctamente puede dar lugar a sintomatología en las extremidades superiores, incorrectamente diagnosticadas en ocasiones como problemas ortopédico-traumáticos de estas extremidades, sin tener en cuenta el raquis cervical.
“El síndrome cervicobraquial asocia rigidez dolorosa de la columna cervical con síntomas de la cintura escapular y de la extremidad superior. Los síntomas de la extremidad superior se deben a la alteración de la capacidad funcional del plexo braquial o trastornos de la función circulatoria de los sistemas arterial, venoso o linfático”.
El plexo braquial está formado por las ramas ventrales de los cuatro nervios cervicales inferiores y el primer nervio torácico. Las dos raíces superiores se unen para formar el tronco superior, las dos raíces inferiores para formar el tronco inferior, y la raíz media forma el tronco medio. Estos tres troncos pasan entre los músculos escalenos y el borde superior de la clavícula en el triángulo posterior del cuello. El tronco inferior puede abrir un surco en la superficie superior de la primera costilla detrás de la arteria subclavia. La raíz de T1 siempre está en contacto con la costilla.
Desde la osteopatía, existen diferentes técnicas, que, tras una previa anamnesis y evaluación exhaustiva del paciente, podemos utilizar en el tratamiento de la cervicalgia.
Una disfunción somática cursa con la pérdida de movilidad tridimensional de un segmento vertebral. En osteopatía, siempre denominaremos la lesión hacia el lado en el que está restringida, y realizaremos la movilización hacia el lado de la corrección. Estudiaremos esta disfunción según las leyes de Fryette:
1ª Ley de Fryette: NSR (neutral position, side bending, rotation). Determina un movimiento vertebral partiendo de un estado neutro.
2ª Ley de Fryette: ERS/FRS ( Extensión/flexión). Determina un movimiento partiendo de un estado de flexión o extensión.
Según Greenman, uno de los referentes en osteopatía, “La medicina manual se concentra en el sistema musculoesquelético, el cual comprende el 60% del organismo humano, y a través del cual se debe realizar la evaluación del resto de los sistemas orgánicos”. Este término no es completamente acorde a la definición de terapia manual, que engloba además de las manipulaciones (medicina manual) otras técnicas dentro de la fisioterapia.
Dentro de las técnicas de terapia manual podemos encontrar, según autores, todo el conjunto de tratamientos manuales (técnicas de tejidos blandos, movilizaciones, técnicas lentas de gran amplitud y manipulaciones con impulso, y técnicas rápidas con poca amplitud); otros reservan este término para la manipulación con impulso3, pero en nuestro caso nos basaremos en la utilización de técnicas sin impulso y de tejidos blandos.
Técnicas articulares: En líneas generales, los procedimientos manipulativos se utilizan fundamentalmente para aumentar la movilidad en zonas de restricción de la función musculoesquelética y para disminuir el dolor, siendo el objetivo de las manipulaciones (con/sin impulso) la restauración del máximo movimiento indoloro del sistema musculoesquelético en el equilibrio postural.
Las técnicas sin impulso consisten en llevar los elementos en dirección a la restricción, a través de diferentes ángulos de movilidad con el objetivo de mejorar la calidad y cantidad de movimiento. A nivel fisiológico, son útiles por sus efectos tónicos y circulatorios
Las técnicas manipulativas de alta velocidad y corta amplitud (con impulso):
Los estudios en el ámbito de la osteopatía demuestran controversia acerca de si existe riesgo en la arteria vertebral y carótida en las técnicas de alta velocidad. En condiciones normales, el movimiento de la técnica está dentro de los parámetros de normalidad, las fuerzas a las que se somete la arteria no hacen posible su lesión, y a largo plazo no se observan efectos secundarios. Otros osteópatas discrepan, ya que componentes que contraindiquen la técnica como osteofitos uncovertebrales o compromiso de la luz de la carótida pueden provocar problemas. De ahí la importancia de un buen diagnóstico diferencial antes de manipular. Las complicaciones graves son de 1 entre cada dos millones.
Existe una disminución del dolor en los nervios periféricos, disminuyendo también la rigidez articular y mejorando la movilidad.
Produce efectos sobre el sistema nervioso autónomo, aumentando la conductibilidad de la piel y descendiendo la temperatura de la misma.
Aunque no se produzca el sonido articular (cavitación), se mantienen los efectos terapéuticos de la técnica.
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