Las ondas de choque extracorpóreas (OCE) constituyen un método terapéutico para cierto tipo de lesiones, que consiste en aplicar impulsos de presión mecánica cortos y rápidos (5 microsegundos entre 0,07 a 1,2 mJ/mm2) desde el exterior del cuerpo con el fin de generar alivio del dolor y mejora de la función. Se trata de un impulso simple pulsado de ondas acústicas o sonoras caracterizadas, principalmente por una muy baja absorción en los tejidos, alcanzando posteriormente, presiones elevadas en la zona de impacto. Dicha onda o impulso genera grandes cambios de presión en los tejidos debido a que llega muy rápido a la intensidad máxima (30-130 nanosegundos), y son capaces de fraccionar o destruir elementos sin dañar los tejidos. Como método de tratamiento terapéutico, dicha técnica emplea amplitudes de presión que fluctúan entre los 10MPa y los 100MPa (1–3).
La generación de las ODE dependerá de la presencia de una fuente de energía, un sistema de enfoque y un mecanismo de conversión, el cual debe transformar la energía inicial en energía mecánica, que será la que produzca el cambio de presión en los tejidos. El control sobre la dirección del haz de la onda acústica se consigue a través de un transductor de ultrasonidos (1). Así mismo, resulta relevante contar con un control ecográfico o radiológico del punto a tratar para poder ser precisos y que la terapia se aplique de forma focalizada (4).
En cuanto a los mecanismos neurofisiológicos, es importante resaltar que han sido varios los efectos obtenidos en la literatura tras la aplicación de las ODE en los pacientes. Sin embargo, los mecanismos todavía no están completamente aclarados.
Por un lado, a nivel óseo se considera que la terapia desencadena un aumento del metabolismo y la revascularización en el punto de aplicación, lo cual permite la osteogénesis en casos de pseudoartrosis hipertróficas y la regeneración de los tejidos blandos. En definitiva, se produce una estimulación o reactivación del proceso de curación de los tejidos conectivos incluyendo huesos y tendones (6–8).
Además, tiene efectos antiinflamatorios puesto que la hiperemia inducida genera una degradación de las sustancias encargadas de mediar los procesos inflamatorios (8).
Por otra parte, se considera que dicha terapia permite mejorar algunas calcificaciones, puesto que los cambios químicos y mecánicos generados por las propias ondas de choque, pueden degradarlas y fragmentarlas, para que posteriormente, sean reabsorbidas (9).
Finalmente, resulta necesario destacar el efecto analgésico que generan las ODE gracias a varios mecanismos, tales como la teoría de la compuerta, la liberación de sustancias analgésicas como las endorfinas, el bloqueo de la transmisión nociceptiva por destrucción de la membrana de los nociceptores, y la hiperestimulación nociceptiva que activa los mecanismos de inhibición descendente (6,10).
Las ODE se consideran una terapia molesta no invasiva y en muchos casos una técnica alternativa a los métodos quirúrgicos. Su aplicación no solo está orientada a reducir el dolor sino también a mejorar la fuerza muscular siempre que las ondas de choque produzcan una buena estimulación motora de los músculos y tendones (11,12).
Respecto al uso de esta terapia, es fundamental tener en cuenta las dosis indicadas en las diferentes patologías, las cuales se definen en función de la cantidad de impulsos que se dan a una cierta energía. En casos de epicondilitis periféricas, gran parte de la literatura coincide en el uso de dosis que requieran energías más bajas entre 0.08 mJ/mm2 a 0.28 mJ/mm2 (efectos analgésicos). Por otro lado, en espolones calcáneos y tendinitis calcánea, resultan más eficaces las dosis que emplean energías medias de 0.28 mJ/mm2 hasta 0,6 0.28 mJ/mm2 (efectos de estimulación de reacciones metabólicas). Sin embargo, las pseudoartrosis necesitan de dosis con energías altas de 0,6 mJ/mm2 para lograr efectos basados en la formación de burbujas de cavitación (10,13).
En esta terapia, resulta fundamental valorar las indicaciones y contraindicaciones previo tratamiento, así como advertir de los posibles efectos secundarios, los cuales no son muy significativos siempre que se utilice adecuadamente.
Indicaciones (14,15):
Contraindicaciones (4):
Efectos secundarios (4):
Actualmente, distintos estudios han observado que en tendinitis calcificadas en las que se empleó la terapia de ODE el 60% recuperaba su estado inicial y el 72% mejoraba hasta sentir únicamente molestias intermitentes (10). Asimismo, investigaciones de Lee SB (12) y Cho y cols., (21) en epicondilitis lateral obtuvieron un alivio del dolor significativo en los pacientes junto con un aumento importante de la fuerza muscular y resultados satisfactorios en el 83% de los mismos. Del mismo modo, se encontró una disminución significativa del dolor en pacientes con dolor lumbar crónico tras emplear las ODE, siendo mucho mejor el efecto cuando se combinaba con tratamiento de fisioterapia basado en ejercicios de control motor (22,23). Han H y cols., (24) corroboró también las mejoras que producen las ODE en pacientes con dolor lumbar crónico, ya que el alivio del dolor producido por la terapia lleva a disminuir los índices de discapacidad que presentan dichos pacientes, mejorando a su vez funciones físicas y actividades de la vida diaria que de forma indirecta terminaba repercutiendo con efectos positivos sobre factores psicosociales, como la depresión .
En base a todo lo que hemos visto, dicha terapia puede resultar una herramienta útil a la hora de abordar problemas del sistema musculoesquelético, puesto que donde mayor eficacia parecen demostrar es en dichas patologías. No obstante, se necesita una evidencia más fuerte y mayor sobre sus eficacia y la duración de los efectos, especialmente en la discapacidad, el dolor y la depresión que presentan los pacientes con dolores crónicos.
Post de nuestra colaboradora Marta Díaz Sáez ( twitter: @94Martads)
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2. Loew JA, Daecke W KD. The effects of extracorporeal shock waves application (ESWA) in treatment of calcifying tendinitis of the shoulder. J Bone Jt Surg. 1997;79B(2):202–3.
3. International Society Muskuloesqueletical Shock Wave Therapy (ISMSWT). http://www.shockwavethe- rapy.org/.
4. Martínez AO. Efectividad del tratamiento con ondas de choque extracorpóreas en la epicondilitis humeral. Rev Fisioter. 2006;5(Supl):17–25.
6. M. D. Medical application and bioeffects of extracorporeal shockwaves. Shockwaves. 1994;4:55–72.
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8. Wang C-J, Huang H-Y, Pai C-H. Shock wave-enhanced neovascularization at the tendon-bone junction: an experiment in dogs. J Foot Ankle Surg. 41(1):16–22.
9. Zhu S, Cocks FH, Preminger GM, Zhong P. The role of stress waves and cavitation in stone comminution in shock wave lithotripsy. Ultrasound Med Biol. 2002 May;28(5):661–71.
10. Rompe JD, Kirkpatrick CJ, Kullmer K et al. Doserelated effect of shock waves on rabbit tendo Achilles. J Bone Jt Surg. 1998;80:546–52.
11. Svernlöv B, Adolfsson L. Non-operative treatment regime including eccentric training for lateral humeral epicondylalgia. Scand J Med Sci Sports. 2001 Dec;11(6):328–34.
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13. Aristín González J.L., Saleta Canosa J.L. F, Suárez E., García-Bujan Gallego D. ANB. Utilidad de las ondas de choque radiales en patología tendinosa. Fisioterapia. 2005;27(6):317–21.
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20. Rioja Toro J, González Rebollo A., Alegre Climent M., Antón Andrés M.J., Blázquez Sánchez E. PEJ. Tratamiento de las epicondilitis crónicas con ondas de choque. Rehabilitación. 2004;38(4):175–81.
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22. JY N. The effectiveness of Extracorporeal shock wave therapy on chronic low back pain. Chosun Univ Diss master’s degree. 2011.
23. Lee S, Lee D, Park J. Effects of extracorporeal shockwave therapy on patients with chronic low back pain and their dynamic balance ability. J Phys Ther Sci. 2014 Jan;26(1):7–10.
24. Han H, Lee D, Lee S, Jeon C, Kim T. The effects of extracorporeal shock wave therapy on pain, disability, and depression of chronic low back pain patients. J Phys Ther Sci. 2015 Feb;27(2):397–9.