La radiculopatía cervical se describe como el dolor irradiado por el brazo que produce cambios motores y/o sensoriales (tales como parestesias o adormecimiento) (1,2). Las causas más comunes incluyen traumatismos, espondilosis, hernia de disco , inestabilidad cervical y osteofitosis (3).
Los datos epidemiológicos sobre la tasa de incidencia por edad son de 83,2 por cada 100.000 personas (107,3 para los hombres y 63,5 para las mujeres), con un pico entre los 50 y 60 años para ambos sexos (4). Los pacientes con radiculopatía cervical a menudo refieren dolor en el cuello; sin embargo, con mayor frecuencia buscan tratamiento para reducir su dolor de brazo. Las personas con dolor de cuello combinado con síntomas de la extremidad superior, experimentan mayores niveles de discapacidad que las personas que presentan únicamente dolor de cuello (5).
Existe diversa literatura que sugiere que los pacientes con dolor de cuello y brazo deben ser tratados de forma más temprana para evitar el impacto negativo adicional, en el estado de salud mental, asociado a síntomas crónicos (5).
Las estrategias de tratamiento para los pacientes con radiculopatía cervical van desde tratamiento conservador, a la cirugía (6). La evidencia sugiere que los pacientes que son tratados de forma conservadora pueden experimentar resultados superiores en comparación con aquellos que se someten a cirugía. Sin embargo, no contamos con suficiente literatura que confirme que las intervenciones no quirúrgicas sean más eficaces (7,8).
La radiculopatía cervical produce compresión e inflamación de la raíz nerviosa, al tiempo que causa fibrosis, edema, hipoxia, isquemia e inflamación neuronal (3). Considerando que la cirugía conlleva asociado siempre un riesgo, el tratamiento más conservador, en ausencia de déficits neurológicos graves, es la fisioterapia (9,10).
Dentro del tratamiento conservador cabe destacar el ejercicio terapéutico (mejora el rango de movimiento, fortalecimiento muscular y control motor), la terapia manual ortopédica (movilización de tejidos blando, neurodinamia, movilización articular, manipulación, tracción, masaje terapéutico), diferentes agentes (estimulación nerviosa transcutánea (TENS), láser, crioterapia), fármacos y collar cervical (11,12).
A pesar de que un paciente presente un diagnóstico médico de cervicalgia, se debe realizar un razonamiento clínico para descartar entre las patologías posibles, como pueden ser la cefalea cervicogénica, un dolor de tipo discopático, el síndrome de T4, el síndrome del desfiladero torácico o el síndrome de dolor miofascial.
Dentro de los test específicos de la radiculopatía cervical encontramos (13):
Además del cluster explicado anteriormente, se aconseja realizar el test de Valsalva.
En la próxima entrada, hablaremos sobre las técnicas de tratamiento de fisioterapia más eficaces para pacientes que tienen radiculopatía cervical.
Post de nuestra colaboradora Cristina Sáenz Jiménez ( twitter: @csaeji)
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