A pesar de que la diabetes se considera una sola patología, muchos sanitarios e investigadores prefieren considerarla como dos patologías distintas: diabetes tipo 1 y diabetes tipo 2. Esto se debe a que existen diferencias muy importantes entre ambas (a pesar de que tienen cosas en común).
La diabetes tipo 1, también llamada juvenil o insiluno-dependiente, se caracteriza por una pérdida de las células que secretan insulina, debido a un proceso autoinmune(1). La insulina es una hormona que se encarga de metabolizar la glucosa, por lo que los pacientes con diabetes tipo 1, al ser incapaces de generar insulina deben usar un tratamiento que consiste en inyecciones de insulina para controlar su nivel de glucosa (2).
Por otro lado, la diabetes tipo 2, también llamada de inicio tardío o no insulino-dependiente se produce en algunas personas cuyo el cuerpo comienza a generar insulina insuficiente o de forma correcta. Además está relacionado con comorbilidades como obesidad, hipertensión, hiperlipidemia, inflamación subclínica o hipercoagulación(3).
Debido a las características de cada tipo de diabetes, la diabetes tipo 1 se suele diagnosticar en niños, adolescentes o jóvenes(4), mientras que el diagnóstico de la diabetes tipo 2 suele darse sobre los 40 años, puesto que el cuerpo no genera insulina como en edades más tempranas(5).
Ahora bien, si tanto la diabetes tipo 1 como la diabetes tipo 2 producen un déficit del metabolismo de la glucosa, parece lógico pensar que en cuanto a la fisiología del ejercicio se van a producir cambios que se deben tener en cuenta. Es precisamente el ejercicio lo que mejora el metabolismo de estos pacientes, especialmente ejercicios de fuerza o ejercicios de alta intensidad por intervalos (HIIT) en combinación con ejercicios aeróbicos (6,7).
Actualmente existen una serie de revisiones y organismos que aportan recomendaciones sobre cómo debe ser el ejercicio que realizan pacientes adultos con diabetes tipo 1 (salvo que exista alguna contraindicación). Dichas recomendaciones vienen en siguiente tabla (adaptada del estudio de Frinha y cols.(6)):
Teniendo en cuenta estas recomendaciones, el equipo de Farinha y cols. generó el siguiente protocolo: programa de dos meses de duración y 3 días a la semana en el que se combina ejercicio de ejercicios de hipertrofia (3 series de 8repeticiones máximas) en con HIIT (10x 60s al 90% de frecuencia cardíaca máxima separados con 60 segundos de reposo). Las sesiones son de 60 minutos (35 de fuerza y 25 de HIIT). Recomiendan además que la realización de mediciones de glucosa sea ≥20 minutos. (6).
En su revisión, Kirwan y cols.(7) aseguran que el ejercicio es la estrategia de primera elección para pacientes diagnosticados con diabetes tipo II. Además junto con la dieta y los cambios de estilo de vida es un componente esencial de prevención tanto de obesidad como diabetes.
De nuevo, afirman que el ejercicio (ya sea fuerza-resistencia, aeróbico o HIIT) mejora la regulación de la glucosa. En concreto el HIIT tiene una buena relación tiempo-eficiencia.
Los aspectos más importantes que remarcan es que aparte de lo anteriormente mencionado, produce beneficios cardiovasculares, mejor salud musculo esquelética, disminución de tejido adiposo y mejora de páncreas y hígado. Además recalcan que el entrenamiento al que se someten estos pacientes debe ser suficiente en cuanto a intensidad y volumen para maximizar el beneficio metabólico y evitar lesiones o riesgos cardiovasculares.
Dichos parámetros están contemplados en su estudio, y son los siguientes: ejercicio aeróbico de al menos 150 minutos por semana de intensidad moderada a vigorosa, organizada entre 3 a 7 días a la semana sin dejar más de 2 días consecutivos entre rondas de ejercicios. Recomiendan realizar ejercicio a diario para mejorar la acción de la insulina. Entrenamientos más cortos (75 minutos) y de intensidad vigorosa es suficiente en pacientes más jóvenes y activos.
En cuanto al programa de resistencia recomiendan un aumento de intensidad progresiva de moderada a vigorosa en entrenamientos de 2 a 3 veces por semana no consecutivas. Al menos de 8 a 10 ejercicios de 1 a 3 series de 15 repeticiones.
Además también recomiendan realizar entrenamientos de flexibilidad y equilibrio de 2 a 3 veces por semana en adultos mayores.
La diabetes tipo 1 y tipo 2 son patologías que si bien son distintas, tienen en común que mejoran con ejercicio. Como personal sanitario, el fisioterapeuta está puede realizar ejercicio terapéutico en este tipo de población, por lo que manejar algún protocolo sencillo teniendo en cuenta la patología siempre viene bien.
Post de nuestro colaborador Óscar Rodríguez López ( twitter: @oscrodlop)