En los últimos años, los avances en los tratamientos de enfermedades crónicas unido al descenso de la tasa de mortalidad en enfermedades infecciosas, han provocado que la esperanza de vida haya aumentado en la población (1). La artrosis es una enfermedad muy asociada al envejecimiento, por lo que presumiblemente el número de afectados por esta patología crecerá.
En la actualidad, los datos manejados sobre el riesgo de desarrollar artrosis sintomática de rodilla es de un 40% en hombres y 47% en mujeres en los EEUU, con un aumento de las cifras en personas con problemas de obesidad (3,4). En España, la prevalencia para el desarrollo de esta misma patología se sitúa cercana al 30% para mayores de 60 años (5).
La artrosis es una patología en la que se observa degradación del cartílago articular, además de una remodelación del hueso subcondral (6). Las alteraciones producidas sobre la articulación no se reducen solamente a cartílago y hueso, sino que también afecta a la membrana sinovial, cápsula articular, ligamentos, menisco y tejidos periarticulares (7).
La artrosis es una enfermedad crónica de las articulaciones que puede causar dolor, inestabilidad, rigidez, hinchazón y debilidad muscular, afectando a la calidad de vida y deteriorando la funcionalidad física (8).
Por otro lado, van a favorecer la aparición y empeoramiento de la artrosis la debilidad muscular y la disminución de la propiocepción, ya que habrá una disminución en la estabilidad articular y la capacidad de absorción de impactos (9).
En referencia a la morbilidad, sabemos que la artrosis incide negativamente en comorbilidades cardiovasculares y trastornos metabólicos (Hipertensión Arterial y Diabetes Mellitus sobre todo) (2).
Por otro lado, el insomnio y la depresión pueden aparecer asociados (10). Además de esto, se asocia al deterioro funcional de rodilla la mala salud general y otras comorbilidades médicas concurrentes (11).
La artrosis genera una incapacidad que tendrá repercusión social sobre tres grandes bloques: uso de servicios médico y sociales; disminución de la productividad laboral, compensaciones por baja y pensiones de discapacidad permanente; impacto en las políticas sociales (5).
Solamente la atención de la artrosis en Atención Primaria en España supone un 20% de las consultas (12).
Referente a los beneficios que provoca la actividad física a la hora de mejorar la sintomatología de la artrosis, Mizusaki y cols demostraron que el ejercitar con fortalecimiento del cuádriceps era efectivo para la mejora de la función física, dolor y rigidez en pacientes con artrosis de rodilla (13). El cuádriceps es el conjunto mayoritario de músculos que atraviesan la rodilla, generando o absorbiendo la fuerza que atraviesa la misma (8).
Se ha demostrado que el ejercicio terapéutico constante reduce el dolor y mejora la función física en pacientes con artrosis de rodilla (14), reduciendo el deterioro físico y aumentando la participación en actividades sociales, laborales y creativas (15). Por otro lado, produce beneficios en la movilidad, en la disminución del riesgo de caídas, el peso corporal y las anormalías metabólicas (15).
Varios estudios han probado que un entrenamiento de fuerza muscular mejora el rango de movimiento, la fuerza y la capacidad funcional (16). Se recomienda una actividad que compagine tanto el fortalecimiento como el ejercicio aeróbico (bicicleta estática) y de flexibilidad (8,14,15). Varios autores han investigado que el entrenamiento de alta intensidad (50%-80% de 1RM) no aumenta los síntomas articulares en adultos (16). En la actualidad no se sabe el nivel de fuerza necesario para una mejora sintomática y funcional en personas con artrosis de rodilla (16).
Por otro lado, es eficaz tanto el ejercicio realizado de manera grupal, individual como domiciliaria, aunque el contacto fisioterapeuta-paciente mejora los resultados (8).
Aún no se ha determinado la duración de un programa de ejercicio en artrosis de rodilla (8), tanto en la intensidad óptima (peso) como en el volumen (nº de repeticiones) (16). Investigaciones recientes sugieren que la respuesta fisiológica se puede conseguir con 2 -3 sesiones por semana a lo largo de 8 -12 semanas de tratamiento (8).
La adherencia al tratamiento suele ser elevado al principio, pero disminuye rápidamente con el tiempo. Es un factor importante para la mejora de los síntomas, aumentando cuando los pacientes reciben educación sobre la enfermedad y los beneficios del ejercicio (8).
En este artículo ya estuvimos viendo algunos factores de riesgo que se asocian a la artrosis de rodilla.
En EEUU y muchos países europeos, tratar de relacionar problemas de salud y nivel socioeconómico ha sido objeto de gran cantidad de estudios. Uno de ellos de 2005 (17), llegó a concluir que existía un vínculo entre la clase social y el desarrollo de artrosis, ya que los grupos de clase media y baja tenían diferencias significativas en comparación a los de clase alta, a los cuáles, afectaba menos la enfermedad (17). Probablemente el hallazgo se relaciona fundamentalmente con el tipo de trabajo desempeñado en unas y otras clases sociales, conllevando un mayor riesgo aquellos con una carga física más amplia (9). En la misma línea, el nivel de estudios parece ser un factor influyente en la instauración y evolución de la enfermedad, suponiendo en aquellos con un nivel educativo mínimo o nulo un mayor el riesgo, ya que suelen desempeñar normalmente trabajos de mayor exigencia física (18).
Por otra parte, como factor ambiental se ha observado que vivir en un medio rural genera más riesgo de desarrollo de artrosis (18).
Según varios estudios, se ha demostrado que la obesidad es un importante factor de riesgo en el desarrollo de artrosis de rodilla, y que la perder peso resulta beneficioso a la hora de rebajar los niveles de dolor y mejorar la función (19). Los dos mecanismos más comunes que tiene la obesidad para fomentar el desarrollo de artrosis son el aumento de la carga articular y los cambios en la composición corporal (20). La masa muscular de los miembros inferiores no es lo suficientemente grande como para absorber de forma correcta las fuerzas de impacto, realizándose de forma deficiente.
La artrosis de rodilla, en casos muy avanzados o cuando hay destrucción de al menos uno de los tres compartimentos de la rodilla, es susceptible de prótesis de rodilla. Para más información te recomendamos la entrada: Fisioterapia traumatológica: Artroplastia total de rodilla
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