El estrés, como es entendido en la sociedad actual, es un término de difícil significado que expresa tensión, angustia, ansiedad, nerviosismo, por un pensamiento que nos haga sentir frustrados, furiosos, o nerviosos, manifestando tensión física o emocional.
Fisiológicamente, el estrés es un estado de alerta agudo en el que nos encontramos cuando existe estímulo que nos obliga a prestar atención porque podemos correr peligro. Este es estrés a corto plazo que desaparece rápidamente. Podemos sentirlo cuando discutimos con alguien, conducimos, hacemos un deporte de riesgo u ocurre algo emocionante o nuevo. Por otro lado, está el estrés crónico, provocado por preocupaciones, problemas en el trabajo, con la familia, económicos… que se alarga en el tiempo, y perdura a veces hasta tal punto que llega a producir problemas físicos. Es muy característico en la sociedad actual y en los pacientes que acuden a nuestras consultas de fisioterapia.
Generalmente, los pacientes no acuden diciéndonos: “vengo a tratarme el estrés” (bueno, existen pacientes que cada vez se conocen más a sí mismos y saben sus procesos fisiopatológicos), pero sí acuden con un cuadro clínico que muchas veces viene provocado por estrés, o agravado por éste. ¿Por qué se produce esto?
El cuerpo reacciona ante el estrés liberando hormonas. Esto, en el estrés agudo, es beneficioso para protegernos, pero en el estrés crónico, el estado de alerta se mantiene en el tiempo.
En muchas enfermedades o procesos patológicos podemos observar paralelamente un proceso de estrés. En los últimos años los estudios sugieren la existencia de una relación bidireccional entre ellos, mediada por el sistema inmunológico, a través de las citocinas, concretamente interleucinas.
Las vías clásicas del estrés involucran al hipotálamo, que recibe la información de las vías sensoriales y viscerales, y éste activa dos rutas paralelas: el eje simpático-adreno-medular y el eje hipotalámico-pituitario-adrenal.
Múltiples ejes hormonales son alterados en situaciones de estrés: prolactina, tirotropina, vasopresina, hormona folículo estimulante, hormona luteinizante, hormona del crecimiento/ factor de crecimiento similar a la insulina, tipo 1 (GH/IGF-1). En el estrés crónico, existe verdaderamente un hipoadrenalismo.
¿Participan estos ejes en el dolor? Aquí podemos ver una relación entre los ejes hormonales que participan en el estrés y que participan en el estrés y en dolor:
Hormonas vinculadas al estrés: Sistema dopaminérgico, prolactina, TSH (TRH)
Hormonas vinculadas al estrés y al dolor: Corticoides: CRH-ACTH-DHEA, médula adrenal: sistema adrenérgico, vasopresina, y, no está demostrado, hormona del crecimiento.
Como vemos, el dolor tanto en el sistema musculoesquelético como a nivel visceral está presente. Los estudios demuestran que el estrés aumenta significativamente la intensidad del dolor y reduce nuestra capacidad para hacerle frente. Además, son numerosos os ejes hormonales que actúan en ambos procesos.
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